sábado, 12 de noviembre de 2011

El compromiso óntico de Quine

¿Qué debemos entender por compromiso óntico? Se le da el nombre de compromiso óntico o compromiso ontológico “al resultado de la actitud según la cual se acepta que hay tales o cuales entidades”[1]. El compromiso ontológico  es filosóficamente fundamental “porque pone de relieve qué géneros de entidades se aceptan como reales”[2]. Para Quine, el criterio es que, ser asumido como entidad “significa pura y simplemente ser asumido como valor de una variable”[3]. Quine se opone a que el uso de nombres se constituya como criterio, pues los nombres pueden convertirse en descripciones y las descripciones ser eliminadas. Además, todo lo que pueda decirse son ayuda de nombres “puede decirse también en un lenguaje que no los tenga”[4].

Para Quine, el problema ontológico se reduce a la pregunta ¿qué hay? Usualmente se responde que hay lo que hay. Ahora bien, ¿cuándo podremos decir que una hay una cosa o que cierta entidad existe?  Comúnmente se cree que se debe ser para significar, sin embargo, el autor nos dice que ser el nombre de algo es diferente a ser significativo y que no debemos seguir trabajando “bajo la ilusión de que la significatividad de un enunciado que contiene un término singular presupone una entidad nombrada por el término en cuestión”[5]. De tal suerte, `pegaso´ tiene significado por sí mismo,  independiente de la entidad que nombra, esto es, un caballo con alas.
La  confusión entre significar y nombrar provoca la creencia de que no se puede negar la existencia de algo sin caer en un sinsentido y que por tanto, lo negado existe. Con el criterio ontológico de Quine, lo que hay no depende del lenguaje y se puede aceptar que hay “x” entidades, sin decir nada acerca de otras entidades. Lo anterior no quiere decir que se excluyan tales otras entidades, pero tampoco quiere decir que se aceptan. Por ejemplo, para que la afirmación algunos perros son blancos´ sea verdadera, la variable `algunos´ debe incluir `algunos perros blancos´ pero no la perreidad ni la blancura[6]. En este caso no excluimos a la perreidad y la blancura pero tampoco la aceptamos, sencillamente no se dice de tales entidades si las hay o no las hay. Pero suponiendo que decimos que algunas especies zoológicas son cruzables, nos comprometemos a reconocer como entidades las especies por abstractas que sean, ya que forman parte de nuestro discurso. Por lo tanto, una teoría “está obligada a admitir aquellas entidades- y sólo aquellas- a las cuales tienen que referirse las variables ligadas de la teoría para que las afirmaciones hechas en ésta sean verdaderas”[7]. A lo anterior se suma que con el compromiso ontológico de Quine carece de sentido preguntar qué hay, y en su lugar se debe preguntar: ¿qué dice una teoría o discurso que hay?


[1] Ferrater Mora, José,” compromiso ontológico ”, en Diccionario de Filosofía, tomo IV (Q-Z) [nueva edición revisada, aumentada y actualizada por el profesor Josep María Terricabras], 3ra reimp, Ed Ariel, Barcelona, 2004,
[2] Idem.
[3] Quine, W. O,  Acerca de lo que hay en Desde un punto de vista lógico, Tecnos, Madrid, 1974, p. 39.
[4] Idem.
[5] Ibid, p. 34.
[6] Vid, Quine, W. O, op. cit, p.40..
[7] Idem.








Bibliografía

Ferrater Mora, José,” compromiso ontológico”, en Diccionario de Filosofía, tomo IV (Q-Z) [nueva edición revisada, aumentada y actualizada por el profesor Josep María Terricabras], 3ra reimp, Ed Ariel, Barcelona, 2004, pp. 3555-3556.
Quine,  W. V, “Relatividad ontológica” en La relatividad ontológica y otros ensayos, Tecnos, Madrid, 1974, p. 43-91.
Quine,  W. V, “Acerca de lo que hay” en Desde un punto de vista lógico, Ariel, Barcelona, 1994, pp. 25-47.

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