sábado, 12 de noviembre de 2011

La época de la imagen del mundo

En el texto La época de la imagen del mundo Heidegger trata temas como los fenómenos que acompañan a la Era Moderna y en que se distingue de los demás periodos. La denomina como época de la imagen del mundo porque en ella, el mundo se convierte en una representación para el sujeto. Con dicha representación, el ser de los entes pasa de los entes a la representación del sujeto. Es decir, el ser del ente no se busca en el ente mismo, sino en la razón del sujeto que se pregunta por el ser del ente.
Heidegger inicia diciendo que la metafísica fundamenta una era dándole una determinada interpretación a lo ente; así como una determinada concepción de la verdad. Con estas interpretaciones le procuran el fundamento a la verdad. Cada época tiene ciertos fenómenos que ocultan el fundamento metafísico de la época. Los de la época moderna son: la ciencia (ponerle numero a todo, todo es una magnitud), la técnica mecanizada (maquinas que buscan las causas), la introducción del arte en el horizonte de la estética (el arte por gusto y no por obtener algo), el obrar humano concebido como cultura (mayor movilidad social que define diferente la identidad) y la desdivinización o perdida de dioses (la religión no desaparece pero sus leyes ceden lugar a las de la técnica).

Para Heidegger, si se logra alcanzar el fundamento metafísico que fundamenta a la ciencia moderna, también será posible encontrar la esencia de la era moderna. Se pregunta entonces cuál será esencia de la ciencia, a lo que responde que la investigación, que a su vez tiene como esencia el propio conocer cómo proceder anticipador. La ciencia se ve atravesada por el proceso del rigor,  aunque pueden ser inexactas, como las ciencias del espíritu y aún así ser rigurosas, y de hecho, necesariamente inexactas para ser rigurosas.
Además, toda ciencia debe estar fundada sobre un sector de objetos bien delimitado y debe especializarse en el desarrollo del proyecto por medio de su método. La ciencia también está determinada por el proceso de la empresa. La empresa es un fenómeno que hace que ninguna ciencia sea reconocida en tanto no haya sido capaz de llegar a los institutos de investigación. Con la ciencia como empresa el investigador toma el lugar del sabio, pues no queda lugar para la erudición. La ciencia sólo llega a ser investigación cuando la verdad se transforma en certeza de representación. Ciencia e individuo tienen una relación, pues aquella le permite a éste instalarse en el mundo, pero al mismo tiempo le permite conocerlo.

Otra de las características de la  la época moderna el hombre se convierte en el ente en el centro de referencia en el cuál se fundamenta todo lo demás. Es Descartes quien pone al hombre en el centro de la representación de lo ente y genera la concepción de hombre que no reconoce otra medida ni otra dependencia que sí mismo. El hombre se convierte en el ente supremo, como la Idea del Bien o el Dios de los medievales. Heidegger menciona que la novedad no es tanto la posición que ocupa el individuo, sino que la ocupa por sí mismo. Ya no es el ens creatum, sino el representante de lo ente en sentido objetivo.
Así pues, la metafísica antigua y medieval pensaban el mundo en términos distintos a los de la época moderna. Para un griego, interpretar el mundo era volverse como el mundo; en cambio, la metafísica moderna interpreta al hombre como ente supremo, como subjetum, frente al que todo se convierte en objeto y al mundo como su representación. Esta forma de concebir el mundo tiene como consecuencia el surgimiento de la subjetividad y el relativismo. Para Heidegger, las características principales de la Edad Moderna es que el mundo se convierte en imagen y el individuo en subjetum. Se puede concluir entonces, que en la Edad Moderna hay una reinterpretación del mundo y lo ente, y un cambio en la manera en que podemos conocerlos.

Bibliografía
Heidegger, Martín, La época de la imagen del mundo en Caminos de Bosque, Odós, Barcelona, 1994, pp. 63-90.

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